El CSD Xelajú MC podrá tener un grupo de jugadores mediocres y mercenarios que son incapaces de conseguir un campeonato, pero en lo que sí es Campeón absoluto e indiscutible es en Afición, la cual deja todo en las gradas sin importar nada, que ama a su equipo por sobre todas las cosas y que nunca abandonará los colores por los que daría hasta su vida.
La hinchada quetzalteca ha demostrado a lo largo de los años que es la mejor de Guatemala, y lo terminó confirmando en la gran final, en donde a pesar de la lluvia y la humillante derrota no dejaron de alentar, enseñándole a todo el mundo que la
PASIÓN SUPERCHIVA no tiene límites.
Cuanto no han sufrido y llorado esos aficionados que estuvieron cantándole a los rojos en el hotel en donde estaban hospedados a la una de la mañana, esos que durmieron en las afueras del estadio la noche del viernes, esos que dejaron de comprarle algo a su familia para ajustar el dinero suficiente para su entrada, esos que aguantaron hambre, lluvia y que hasta durmieron esperando el partido; esos son los verdaderos superchivos, los que estamos orgullosos de ser quien somos y que nunca nos vamos a rendir.
Municipal podrá tener un millón de campeonatos, pero afición como la de Xela
JAMÁS.
Todos queríamos gritar muchos goles de Xela.
La vitamina para aguantar los 90 minutos.
Orgullosos de nuestra bandera.
Igual a Gene Simmons de la banda Kiss.
“No me he de morir sin no ver a mis Chivos con su quinta luna”.
Amamos nuestros colores.
Este niño lustrador también quiso pintarse la cara.
¡Superchivos, superchivos!
Por las calles se observaban miles de banderas quetzaltecas.
Alucinando con Xela.
El amor por nuestro equipo.
Esta bufanda tendrá que esperar para la próxima temporada.
El monstruo superchivo también estuvo presente.
De tan larga que fue la espera, unos aprovecharon el tiempo para una siesta.
Vamos Xela.
Este aficionado se quedó con las ganas de celebrar.
Recordando a los capitanes que levantaron las copas.
Este enmascarado falló con su pronóstico.
La afición que esperó la salida del equipo en el parque central.
Alrededor de 400 superchivos despidieron del hotel de concentración al equipo.
La confianza la tenían los jugadores.
Al final del juego los aficionados siguieron cantando.
El dolor por la derrota.
El sentimiento de impotencia.
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